De Dubravka Sužnjević

Querido Aguacate,


De joven me enamoré del español. Vine a México hace casi treinta años para traducir la literatura serbia al español y logré que muchos se enamoraran de esos libros y se reconocieran en los pensamientos, emociones y vivencias de una cultura antes completamente ajena. La traducción al igual que la literatura es un puente entre la gente y acerca lugares que de otro modo no se podrían experimentar tan cercanamente. Pero todo eso es posible gracias a uno de los más maravillosos inventos de la humanidad: nuestra(s) lengua(s). Las palabras que sembramos y recibimos a lo largo de nuestras vidas siempre dejan huella. A veces pueden hacer brotar bosques enteros, a veces cavan pozos infinitamente profundos.

Después de varios años de vivir en México, descubrí el náhuatl. Una de las lenguas originarias de este país, desafortunadamente poco conocida entre la mayoría de los habitantes actuales. Me encanta la sofisticación en el trato que practican los nahuas a través de su lengua. Tienen tres palabras distintas cuando piden permiso de pasar junto a uno: una por si pasan por delante, otra por si pasan al lado y tercera por si pasan por atrás… Y todo lo pueden expresar de forma sencilla y de forma ceremonial, de modo que una frase como: “¿Quieres tomar un café?” puede convertirse en: ¿”Quiere tu venerable persona hacerme el honor de compartir un café conmigo”?

En serbio hay un dicho: “Tanto vales cuántas lenguas hablas”, no porque uno valga poco si habla sólo una lengua, sino porque con cada nueva lengua que hablemos se nos abren nuevos mundos. El español y el náhuatl me han enriquecido para siempre.

Dear Avocado,


I fell in love with Spanish when I was young. I came to Mexico nearly thirty years ago to translate Serbian literature into Spanish, through this I’ve reached many who fell in love with these books and can now recognize themselves in the ideas, emotions, and experiences of a culture previously foreign to them. Translation acts similarly to literature forming a bridge between peoples, and bringing places closer to us that we would otherwise be unable to experience so intimately. All of this is possible thanks to one of the most marvellous innovations of humankind: our language(s). The words we sow and take in throughout our lives always leave a mark on us. Sometimes they can sprout entire forests, sometimes they delve down into wells of infinite depth.

After several years of living in Mexico I came across Nahuatl, one of the indigenous languages in this country, unfortunately little spoken among the majority of the present day inhabitants. I love the sophistication that Nahuas exercised across their language. They have three distinct words for when they ask for permission to pass by someone: one to pass in front, another to pass beside, and a third if they pass behind… anything they say can be expressed in a casual and honorific form, a phrase like “Do you want to get coffee?” can become: “Would your venerable person give me the honor of sharing a coffee together?”

In Serbian there’s a saying: “You’re worth as many languages as you speak,” not because you’re worth little if you only speak only one language, but because each language we speak opens doors to new worlds. Spanish and Nahuatl have enriched mine forever.


Escrito y compartido en español por Dubravka Sužnjević en el verano del 2020,
Traducido al inglés por Oscar Alfonso.
Written and shared in Spanish by Dubravka Sužnjević in the summer of 2020,

Translated into English by Oscar Alfonso.